En las últimas décadas, presiones crecientes en el medio ambiente han derivado a nivel mundial en una gestión inadecuada de la tierra con el fin de mantener el ritmo de la demanda de alimentos y del consumo, y con el propósito de seguir obteniendo el mayor beneficio económico posible,descuidando así en gran medida ese medio ambiente que les proporciona los recursos. En algunas áreas vulnerables esto ha provocado un uso excesivo e incorrecto de los recursos de la tierra causando su degradación, que es una de las terribles consecuencias entre las que también se encuentran el deterioro del suelo y de los muchos servicios que este proporciona (Millennium Ecosystems Assessment, 2005; UNEP, 2007; Lal, 2009).
Los recursos del suelo de África y América Latina son fundamentales para cubrir las necesidades de alimentos, pienso, fibras y combustible de una población humana en rápido crecimiento. Un informe publicado en 2009 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OECD-FAO, 2009), indicaba que la tierra de cultivo actual podría aumentar en más del doble añadiendo 1.600 millones de hectáreas (la mayor parte en América Latina y África) sin menoscabar la tierra necesaria para bosques, áreas protegidas o urbanización (Nature, 2010).
Sin embargo, algunos expertos, como la Real Sociedad del Reino Unido (Royal Society, 2009), se oponen al aumento sustancial en la extensión de la tierra cultivada, ya que creen que dañaría los ecosistemas y la biodiversidad. Una posible opción favorable para todos podría ser la llamada “intensificación sostenible”, que se ha convertido en la prioridad para muchas agencias de investigación agrícola. Por ejemplo, la FAO (OECD-FAO, 2010) prevé que la producción agrícola de Brasil será la de mayor crecimiento mundial en la próxima década (aumento del 40% para 2019). Este aumento en la presión del suelo requiere un enfoque preventivo para la gestión de este recurso clave, para evitar o al menos mantener en un umbral sostenible, los procesos de degradación.
La degradación del suelo es probablemente el proceso de degradación de la tierra más perceptible y con un impacto económico directo en áreas agrícolas. En América Latina, la CEPAL ha realizado varios estudios que comparan la producción agrícola en tierras degradadas y no degradadas e indica que las pérdidas económicas directas pueden alcanzar fácilmente el 10-15%. Además del deterioro del suelo, la degradación provoca muchos más procesos, incluyendo aspectos biofísicos, como la disminución de la capacidad de producción natural debido al cambio del tipo y la cobertura vegetal, y aspectos socioeconómicos, como la respuesta de mercado, estrategias políticas y niveles de educación y pobreza.
Existen mecanismos de información muy complejos para caracterizar el estado y la tendencia actuales de la tierra, que es el sistema bio-productivo más importante para preservar la humanidad. La pérdida general de capacidad productiva de la tierra originada por la degradación de suelos afecta a unos 300 millones de hectáreas de tierra en América Latina en la actualidad (UNEP, 2007).
Es fundamental saber dónde ocurre esta degradación y comprender las especificidades locales que la causan para describir el uso local y territorial de la tierra y las estrategias políticas. El fomento de los programas de uso sostenible de la tierra es mejor cuando existe el conocimiento adecuado sobre los problemas actuales o potenciales de la tierra. EUROCLIMA está catalizando este conocimiento mediante la creación de un inventario con la mejor información disponible por todos los socios y el desarrollo de nuevos productos vía satélite.
EUROCLIMA también asegura enlaces a iniciativas globales, como la recopilación de un nuevo Atlas Mundial de la Desertificación coordinado por el Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés), para garantizar que estos procesose impactos locales puedan ser evaluados de una forma compatible en todo el mundo, con el fin de enlazar, aún más, este conocimiento de la forma adecuada con las evaluaciones de fenómenos globales como el cambio climático y el modelado de sus efectos de respuesta. El cambio climático puede influir en la incidencia y frecuencia de la sequía, y por lo tanto afectar mucho la degradación de la tierra y el suelo.
La variabilidad de las precipitaciones es el principal factor de la sequía y produce una reducción en el suministro de agua y en la producción agrícola que, en situaciones extremas y acompañada de ciertas condiciones socioeconómicas, puede desencadenar en hambruna. Los periodos de sequía recurrentes, que están parcialmente relacionados con el fenómeno de El Niño (ENSO), suponen un grave problema y están amenazando el medio de vida de los pueblos en América Latina. Por lo tanto, se necesitan unos sistemas adecuados de seguimiento y evaluación de la sequía que utilicen una serie de indicadores de sequía meteorológicos, agrícolas e hidrológicos para mitigar o resolver este problema en múltiples escalas espaciales y temporales.
EUROCLIMA pretende ampliar los conocimientos de las partes interesadas y la comunidadcientífica sobre los problemas y consecuencias del Cambio Climático (CC) para América Latina e integrar estos temas en las estrategias de desarrollo sostenible. Como primer paso hacia este objetivo, el Centro Común de Investigación, en colaboración con socios de América Latina, está desarrollando el primer Atlas de Suelos de América Latina y el Caribe y un sistema de información para evaluar el problema de la sequía y la degradación de la tierra en América Latina.
Paulo Barbosa, Hugo Carrão, Michael Cherlet, Ciro Gard
Centro Común de Investigación de la Unión Europea,
Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad
http://eusoils.jrc.ec.europa.eu/