Desde enero de 2017, todos los trenes circulan gracias a energía generada por molinos de viento, y efectúan a diario 1,2 millones de viajes transportando a unas 600 mil personas sin dejar rastro de CO2 en el trayecto.
La energía eólica produce electricidad mediante aerogeneradores conectados a la red oficial de distribución. De diseño casi esquemático comparado con los molinos de viento tradicionales, las turbinas actuales se distribuyen en parques, y cuentan en Holanda con un territorio ideal: llano y ventoso. Con unos 2.000 ya instalados que sirven hoy el 4,5% de la electricidad total, los ferrocarriles nacionales, reunidos en una asociación denominada VIVENS, se han sumado a esta fuente energética sostenible. Desde enero, todos los trenes circulan gracias a ella, y efectúan a diario 1,2 millones de viajes transportando a unas 600.000 personas sin dejar rastro de CO2 en el trayecto.
El kilometraje cubierto por los trenes holandeses necesita 1.400 millones de kilovatios-hora anuales, una cantidad similar a la consumida por el conjunto de los hogares de Ámsterdam. Un molino de viento da una media de 7.500.00 kilovatios-hora al año. Y una hora en marcha sirve para cargar un recorrido de tren de unos 200 kilómetros. Los datos son de los propios ferrocarriles y de la compañía eléctrica y de gas Eneco, que han alcanzado su meta eólica un año antes de lo previsto. “Firmamos un contrato por una década, y somos el primer país del mundo en lograrlo, con ayuda de nuestros parques eólicos y también de otros plantados en el extranjero. El siguiente paso será promover la energía sostenible en las grandes empresas animando a sus empleados a cambiar el coche tradicional por el eléctrico, el ferrocarril o la bici, si es posible”, ha dicho Roger van Boxtel, antiguo diputado y senador liberal, y actual director ejecutivo de Ferrocarriles Holandeses (NS), el principal operador del país.
Fuentes de energía
A pesar de las buenas condiciones holandesas, la energía eólica no solo se dedica a los trenes y el país no dispone de suficientes turbinas para cubrir sus necesidades. Así que la mitad es generada dentro y el resto se compra a proveedores en Finlandia, Bélgica o Suecia. Allí se ha contribuido a la construcción de nuevos aerogeneradores, y dicha inversión garantiza que la electricidad importada (por medio de cables terrestres o submarinos) viene de molinos de viento en lugar de otras fuentes no renovables. Para demostrarlo, la asociación VIVENS y Eneco deben contar con un certificado oficial que indique el origen de la energía y su sostenibilidad, además del nombre del vendedor, antes de llevar la electricidad a Holanda.
“Una quinta parte del CO2 holandés se deriva de los automóviles, y la gasolina y el diésel deben ser cosa del pasado, porque el consumo eléctrico de un tren equivale a un millar de coches”, según Van Boxtel. Atado al aspa de un viejo molino de viento, que luego se puso en marcha mirando a las vías, el ejecutivo se convirtió el pasado diciembre en el ejemplo viviente de que la lucha contra el cambio climático empieza por uno mismo.
Con información de El País