Los Embajadores de Francia y Alemania en Colombia destacan la importancia de firmar el ambicioso acuerdo convenido en la pasada COP21. La ceremonia se realiza el 22 de abril de 2016 en Nueva York.
El pasado 12 de diciembre vivimos un momento especial de optimismo y euforia. Fue una cita exitosa entre la humanidad y su destino.
El Acuerdo de París demostró la eficacia del multilateralismo. En un contexto diplomático difícil, probó la capacidad de todos los Estados para superar sus divergencias con el fin de afrontar, juntos, retos comunes. La COP21 permitió también medir la determinación de los gobiernos locales, de las empresas y de todos los protagonistas no estatales para entrar en un mundo resiliente ante los impactos climáticos, para construir una economía ‘descarbonizada’, como ya fue el caso a partir de junio de 2015 con motivo del G7 en Alemania.
Este acuerdo es ambicioso: se afirma el objetivo de contener la elevación de temperaturas muy por debajo de 2° C, y el de esforzarse para limitarla a 1,5° C. Esta ambición se traduce concretamente en una trayectoria mundial de emisiones de gas de efecto invernadero: un límite máximo de emisiones lo más pronto posible y una neutralidad de estas en la segunda mitad del siglo. Además, la adaptación a los efectos del cambio climático se trata por primera vez con la misma importancia que la reducción de emisiones de gas de efecto invernadero.
Se trata también de un acuerdo equitativo, a la vez diferenciado y solidario. Todos los países se comprometen en un acuerdo universal que refleja los compromisos de los países desarrollados para bajar sus emisiones y que reconoce la convergencia progresiva de los países en desarrollo hacia una reducción de esta naturaleza, en función de las capacidades y circunstancias nacionales respectivas. El acuerdo afirma por cierto la obligación de apoyo a los países en desarrollo en sus esfuerzos de reducción de emisiones y adaptación. La decisión que lo sostiene mantiene hasta el 2025 el compromiso de los 100.000 millones de dólares al año, que servirán de base a un objetivo financiero más ambicioso.
Finalmente, se trata de un acuerdo vinculante. Se establece un sistema mundial de transparencia, con el fin de asegurar la eficacia con el paso del tiempo y de fortalecer la confianza entre los países. El acuerdo permitirá estar al tanto de los avances de cada uno en materia de atenuación de los efectos del cambio climático y de adaptación a ellos, tomando siempre en cuenta las distintas capacidades de los países.
Lograr el éxito del post-París
La aprobación del acuerdo de París el pasado mes de diciembre ya ha creado un movimiento. En el sector privado, por ejemplo, se confirma que hay un ‘antes’ y un ‘después’ de París. Grandes grupos energéticos revisaron su estrategia de desarrollo para hacerla compatible con una trayectoria ‘2° C’.
Blackrock, el inversionista más grande del mundo, pidió a sus empresas que tomaran en cuenta el cambio climático. La quiebra del gigante del carbón Peabody este mes y la venta hace unos días, por parte del gobierno saudí, de una parte de sus acciones en la empresa Aramco, son quizás todos ellos signos de que tanto el mercado como los grandes protagonistas de estos sectores anticipan el fin de la era de las energías fósiles.
Sin embargo, el acuerdo de París no producirá verdaderos efectos jurídicos sino hasta después de haber entrado en vigor. Luego de la aprobación por consenso en diciembre pasado, debe entonces venir la firma y la ratificación correcta y debidamente. El acuerdo se abrirá para su firma el 22 de abril en Nueva York, con motivo de una ceremonia de alto nivel; el objetivo consiste en obtener, al menos, un centenar de firmas.
Posteriormente, los países tendrán un año para ratificar el acuerdo. Para que entre en vigor, el tratado requiere una ratificación de por lo menos 55 Estados que representen, como mínimo, 55 por ciento del volumen total de emisiones de gas de efecto invernadero.
Francia y Alemania formarán parte de los primeros países en ratificar el acuerdo. Nuestros países hacen un llamado a todos los Estados de la COP21 a hacer lo propio rápidamente. En Francia, el proyecto de ley de ratificación ya fue presentado al Parlamento y podría ser aprobado a partir de este verano.
La cita de Nueva York dará también la pauta para hacer que avance ‘la agenda de soluciones’ inaugurada en París, a través del lanzamiento de numerosas coaliciones multiprotagonistas sobre los principales aspectos del reto climático: otros financiamientos, energías renovables, agua y adaptación, y gestión de riesgos climáticos.
Así, en el Plan de Acciones Lima-París, Estados y protagonistas no estatales se habían aliado para restaurar 150 millones de hectáreas de bosques antes de 2020 y proteger 400 millones de hectáreas en la Amazonia; para firmar el pacto sobre agua y gestión de ríos, que ya ha comprometido a 280 socios; o incluso, para lanzar una coalición internacional cuyo objetivo consiste en la fabricación de un vehículo eléctrico con un costo inferior a 7.000 dólares. Hasta la fecha, varios miles de ciudades, regiones, empresas e inversiones se han comprometido públicamente por el clima.
Finalmente, a partir de la próxima sesión de negociaciones –que tendrá lugar en mayo en la ciudad de Bonn (Alemania)– y luego con ocasión de la COP22 de Marrakech (Marruecos), en noviembre, vamos a tener que precisar y completar el acuerdo de París; por ejemplo, detallar las modalidades del sistema de transparencia, preparar la ‘cita’ de 2018 sobre la ambición o incluso reforzar la cooperación entre los Estados sobre la adaptación a los impactos climáticos.
Compromiso común en favor del clima y la paz
Colombia es un socio de primera importancia en las negociaciones climáticas y permitió –gracias a los esfuerzos incansables de sus negociadores y al papel constructivo de la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC)– que se lograra el compromiso inesperado del pasado 12 de diciembre.
El reto consiste ahora en mantener esta dinámica positiva, en particular creando las condiciones de una puesta en marcha exitosa de nuestras contribuciones nacionales respectivas e intensificando el compromiso de nuestros países en la ‘agenda de soluciones’. [...]
El cambio climático plantea también un reto económico en un país considerado como un gran exportador de carbón y petróleo, que podría aprovechar su importante potencial en energías renovables.
Como lo recordaron recientemente nuestros gobiernos durante un consejo de ministros conjunto, Francia y Alemania velan juntas por cumplir los compromisos asumidos ante la comunidad internacional, como el de acelerar la transición energética y la reconquista de la biodiversidad, entre otros. Asumimos nuestras responsabilidades, al lado de nuestros socios europeos, trabajando para una rápida puesta en marcha de políticas energéticas respetuosas de nuestro clima.
La Unión Europea, en efecto, se comprometió a reducir sus emisiones de gas de efecto invernadero en por lo menos 40 por ciento en 2030 con relación a los niveles de 1990.
Juntos podemos contribuir a la construcción de un mundo que disfrute de una paz y una prosperidad duraderas.
JEAN-MARC LAFORÊT Y GÜNTER KNIESS
Embajadores de Francia y Alemania en Colombia