Nuevo estudio incrementa la preocupación por el efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero en los glaciares de la Antártida.
Si las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2 -relacionadas con el cambio climático- siguen al ritmo actual, el deshielo en la Antártida provocará una elevación de más de un metro en el nivel del mar en el conjunto del planeta en el horizonte del año 2100 -aparte del aumento provocado por el deshielo en otras partes del mundo. A más largo plazo, hacia el año 2500, el nivel del mar habrá aumentado más de 15 metros respecto al nivel actual como consecuencia del deshielo en el continente antártico.
Estas son los nuevos cálculos de un estudio publicado esta semana en la revista Nature por los investigadores Robert M. DeConto, del departamento de Geociencias de la Universidad de Massachusetts, y David Pollard, del Instituto de la Tierra y Sistemas del Medioambiente de la Universidad Estatal de Pennsylvania (ambos en Estados Unidos). Las previsiones de elevación del nivel del mar presentadas en este estudio son bastante más preocupantes que las aportadas en investigaciones anteriores.
La historia se repite, por desgracia
La Antártida fue el principal causante del aumento del nivel del mar en el pasado y puede serlo también en el futuro. Gran parte del hielo del continente se encuentra sobre la superficie terrestre y, cuando se derrite, el incremento del volumen de los océanos es mayor que el que produce el hielo que flota sobre el agua, como sucede en el Ártico.
El estudio publicado a fines de marzo de 2016 en Nature, establece un nuevo modelo con datos geológicos y atmosféricos para calcular la elevación de los mares a partir de las estimaciones facilitadas anteriormente por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Los resultados reflejan que, en el peor de los escenarios y si se mantiene el ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2, en los próximos 100 años el nivel del mar se elevará el doble de lo calculado hasta ahora.
”Hemos combinado modelos de estudio muy sofisticados sobre clima, océanos y plataformas de hielo para simular los cambios pasados y futuros en la capa helada de la Antártida”, ha explicado Robert DeConto, en declaraciones recogidas por la agencia Sinc.
La temperatura del agua marina complica las cosas
El equipo de científicos aplicó el modelo a los procesos de deshielo del Plioceno (hace unos tres millones de años) y del último período interglacial sucedido hace unos 125 mil años. Después se proyectaron los resultados en el futuro, observando que la capa de hielo del gélido continente es muy sensible al cambio climático.
“El calentamiento atmosférico será el factor más pernicioso para el hielo de la Antártida si se mantienen las altas emisiones de gases de efecto invernadero”, recalcan los autores. Pero van más allá: el calentamiento del océano retrasará la recuperación del hielo durante miles de años aunque se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.
“El nivel del mar seguirá siendo subiendo mucho después de que las emisiones se reduzcan”, ha comentado el profesor DeConto, situándose en el peor de los escenarios. Sin embargo, en un escenario de emisiones muy reducidas, “el deshielo de la Antártida contribuirá muy poco en el aumento del nivel del mar”, subraya el experto.
En la actualidad, según observan los autores, las grietas en las plataformas de hielo flotantes que se encuentran a baja altitud se están profundizando. Esto provoca que el agua salada entre en contacto con el agua dulce proveniente de las precipitaciones, cada vez más frecuentes por el calentamiento de las temperaturas del aire.
Además, una vez que el hielo flotante se derrite, el agua choca contra la superficie terrestre helada. Como los acantilados de la Antártida son tan altos, no pueden sostener su propio peso y terminan por derrumbarse. Surgen así más plataformas de hielo sobre el océano que terminarán erosionando el continente. Este fenómeno también se produce regularmente en algunos de los grandes glaciares de Groenlandia y la Antártida.
Tomado de La Vanguardia