Representantes de distintas organizaciones que trabajan temas ambientales se reunieron el 20 de agosto en Managua en un foro sobre perspectivas de cambio climático, donde se elaboró una propuesta conjunta que sería planteada en septiembre próximo en la reunión anual de las Naciones Unidas.
El foro “Unidos en la Acción por el Bien Común”, que trató las perspectivas de América Latina en la Agenda Post 2015, miembros de la sociedad civil de América Central urgieron la aceleración de la adaptación regional al calentamiento global y la alocación de recursos financieros para este fin.
“La adaptación en América Central debe darle prioridad a los procesos locales”, explicó Claudia Pineda, representante de la Alianza Hondureña ante el Cambio Climático.
Pineda enfatizó que los compromisos climáticos de la región deberían darle el mismo énfasis a la adaptación al cambio climático (es decir, cómo cada sociedad reduce los impactos negativos de este) y a su mitigación (cómo deben reducirse las fuentes de los gases que generan el calentamiento global).
El efecto del cambio climático lleva años haciéndose sentir, pero al potenciar fenómenos naturales de la variabilidad climática como el fenómeno El Niño Oscilación Sur, su evidencia es más clara. La sequía que afectó a América Central en 2014 y 2015 fue la más aguda en las últimas décadas. “Conocemos familias ubicadas al sur de Honduras, en el Corredor Seco Centroamericano, que han tenido que migrar por falta de acceso al agua”, apuntó Pineda.
Durante años, las organizaciones centroamericanas de la sociedad civil han planteado a la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) que reconozcan formalmente al istmo como una región altamente vulnerable al cambio climático.
Este proceso internacional enmarca las negociaciones climáticas reunirá en diciembre a representantes de 195 países en París durante la Convención de las Partes (COP 21). De ese encuentro se espera que emerja un acuerdo global que permita reducir las emisiones para limitar el calentamiento global.
Para lograr mantener un balance ecológico en el planeta, su calentamiento debe limitarse a un rango entre 1.5 y 2°C con respecto al inicio de la Revolución Industrial. Actualmente la temperatura promedio ha aumentado cerca de 0.85°C y, de mantenerse el nivel actual de emisiones de gases de efecto invernadero, podría aumentar por encima de los 4°C hacia el año 2100.
Sin embargo, los países del istmo contribuyen apenas al 0,6% del total de las emisiones mundiales y su énfasis debería colocarse sobre los efectos que no pueden evitarse, como cambios en patrones de lluvias, el aumento en la intensidad de fenómenos meteorológicos y enfermedades y desplazamiento de especies.
Pero todos estos esfuerzos necesitan un respaldo financiero para poder sustentar tanto la transición hacia una economía baja en carbono con energías limpias como la adaptación a los impactos negativos.
“Es importante que los objetivos del financiamiento climático vayan en línea con los objetivos de la CMNUCC y sobre la base del acuerdo de París”, explicó Andrea Rodríguez, especialista del Grupo de Financiamiento Climático de América Latina y el Caribe.
“La convención tiene mecanismos financieros que ayudan a movilizar recursos: el Fondo Mundial del Clima, el Fondo de Adaptación al Cambio Climático y más recientemente se ha creado el Fondo Verde del Clima. Lo que se busca es asegurar que los mecanismos existentes inicien a funcionar de forma coherente”, añadió Rodríguez.
Antes del 1 de octubre, cada país debe presentar sus compromisos nacionales en términos de reducción de emisiones y adaptación al cambio climático ante la CMNUCC. Costa Rica se encuentra ahora en un período de consultas para intentar llegar a un acuerdo sobre cuál debe ser la contribución del país.
Con información de El Nuevo Diario (Nicaragua) y Semanario Universidad (Costa Rica).