En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. El tema del 2015 es: «lograr la seguridad alimentaria para todos a través de sistemas alimentarios sostenibles».
Con la consigna de «El que algo quiere, algo le cuesta, invirtamos en suelos sanos», la celebración quiere llamar la atención sobre la importancia de:
(1) Un cambio en el uso de la tierra, apostando por una agricultura más sostenible y que se adapte al cambio climático, en especial en aquellas zonas áridas en las que la escasez de comida es cada vez mayor.
(2) Un mayor acceso a los avances tecnológicos y a la titularidad de tierras de los pequeños agricultores que respetan el medio ambiente y dan una respuesta a las necesidades alimentarias de millones de hogares, especialmente de los más pobres.
(3) Un mayor equilibrio entre las finalidades ambientales y el consumo de alimentos.
(4) Un aumento de las inversiones encaminadas a promover mejores prácticas y un sistema de producción más sostenible; y
(5) Un aumento de las acciones encaminadas a visibilizar las consecuencias de la desertificación, cuyos efectos sobre la paz, la seguridad y la estabilidad son invisibles pero, sin embargo, una realidad para los países con escasez de agua y de comida, y cuyos habitantes se ven obligados a emigrar como consecuencia de este problema.
Celebraciones alrededor del mundo
Como parte de la conmemoración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación, se celebrará un evento en la Exposición Universal 2015 (Expo Milano) organizado por la Secretaría General de las Naciones Unidas y el Mecanismo Global para la Convención de las Naciones Unidas para la lucha contra la desertificación, junto con el Gobierno de Italia, la Comisión Europea y la FAO.
La desertificación en el mundo
Unos 805 millones de personas en el mundo no tuvieron acceso a los nutrientes necesarios entre 2012 y 2014, según el informe sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria de 2014. Esta cifra equivale a uno de cada ocho habitantes del planeta. La gran mayoría viven en países en vías de desarrollo. Si bien se han hecho importantes avances para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, que es erradicar la pobreza extrema y el hambre, algunas regiones y países todavía no se han beneficiado de este progreso.
La lucha contra el hambre requiere estrategias que tengan en cuenta el desarrollo económico, la gestión de los desastres naturales y conocer la cantidad de nutrientes que consume la población. También es clave centrase en la tierra porque más del 99,7% de los alimentos proceden del suelo. Debido al aumento de la población global y a las tensiones por la titularidad y uso de las tierras, va disminuyendo la proporción de suelo destinada al cultivo de alimentos. Es crítico recuperar tierras degradadas para garantizar la seguridad alimentaria.
La escasez de comida y el hambre es más prevalente en países en vías de desarrollo que tienen tierras áridas que no retienen el agua y que son más vulnerables a la destrucción causada por el hombre o por la naturaleza. La mayoría de las personas que habitan en esas zonas dependen de los alimentos locales para subsistir. El África Subsahariana ha logrado algunos progresos en la erradicación del hambre pero sigue registrando las cifras más elevadas de malnutrición.
La agenda de desarrollo para después de 2015, que tiene el objetivo de «no dejar a nadie atrás», quiere acabar con la degradación de la tierra y, con ello, con la pobreza y el hambre mundiales.
Mensaje del Secretario General de las Naciones Unidas
A propósito del Día Mundial contra la Desertificación, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban-ki Moon, ha declarado:
“La degradación de las tierras y la desertificación menoscaban los derechos humanos, empezando por el derecho a la alimentación. Cerca de 1.000 millones de personas carecen de una nutrición adecuada, y las personas que viven de las tierras degradadas se encuentran entre las más afectadas. La situación de estas podría empeorar si la degradación de las tierras, según se prevé, llegara a reducir la producción mundial de alimentos en un 12% para 2035.
La seguridad alimentaria también se ve afectada por la disminución de los recursos hídricos. Debido a la degradación de la tierra, se almacenan menos agua y nieve en los suelos. [...] Es posible un mundo en el que todos los derechos a la alimentación, el agua y la seguridad humana estén garantizados. Pero debemos cambiar de rumbo y empezar a asegurar cada hectárea de tierra que pueda proporcionar alimentos o agua dulce. La tierra es un recurso renovable pero solo si invertimos en la neutralización de la degradación de las tierras, que constituye una propuesta de los Estados Miembros de las Naciones Unidas para la agenda para el desarrollo después de 2015. Debemos evitar la degradación de más tierras y, al mismo tiempo, rehabilitar todas las tierras degradadas que podamos. Entonces, también podremos adoptar medidas rápidas para controlar el cambio climático.
Nuestras vidas y nuestras civilizaciones dependen de la tierra. Invirtamos en suelos sanos para asegurar nuestro derecho a la alimentación y al agua dulce."
Acerca del Día Mundial contra la Desertificación
En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 17 de junio como el "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía" (resolución 49/115) para fomentar la conciencia pública sobre el tema, así como también la puesta en acción de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) en aquellos países afectados ya sea por graves sequías, por desertificación, o por ambas, en particular en África.