Lograr un borrador de acuerdo universal vinculante sobre la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) es el mayor reto que enfrentarán altos representantes de 195 estados reunidos en Lima durante la COP20, Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (1-12 de diciembre).
Dicho acuerdo —que deberá firmarse en la COP21 (París, 2015)— busca reemplazar al Protocolo de Kioto, que solo fija metas de reducción de GEI para los países desarrollados y economías en transición.
“De Lima debemos salir con un borrador avanzado, que plasme tanto áreas de convergencia como los elementos que van a requerir un proceso político de negociación más complejo. Si no lo logramos hay peligro de no a llegar a París con un acuerdo de mucho peso. Que en París firmemos un acuerdo efectivo dependerá mucho de lo que se logre —o no— en la COP de Lima”, afirma a SciDev.Net Paula Caballero, directora de Asuntos Económicos, Sociales y Ambientales de la Cancillería de Colombia.
Como anfitrión, Manuel Pulgar-Vidal, ministro del Ambiente de Perú, es optimista, aunque reconoce que subsisten elementos de polarización, como la renuencia de ciertos países a asumir metas vinculantes con la reducción de emisiones.
La Unión Europea (UE), por ejemplo, discute reducir las emisiones 40 por ciento (respecto a niveles de 1990) para 2030 y que las renovables representen como mínimo 27 por ciento de la
energía que consumirá la UE en 2030, pero sin metas individuales para cada estado miembro, postura rechazada por los ecologistas.
De hecho, una de las preocupaciones centrales de muchos observadores es que bajo el actual sistema de ‘compromiso y revisión’ será muy difícil lograr un acuerdo climático vinculante en 2015 pues se deja que cada país sugiera sus objetivos de mitigación, en lugar de estar determinados por la ciencia, como ocurría anteriormente.
Pulgar-Vidal no cree que exista un divorcio con la ciencia en tal decisión, sino que “dentro de la complejidad de lograr que las partes se pusieran de acuerdo hubo que tomar una decisión orientada a que el convenio y las COP no perdieran vigencia”.
“Debido al carácter vinculante de lo que se pueda obtener en París, la ciencia está muy presente y lo va a seguir estando cuando empecemos a verificar los niveles de cumplimiento del nuevo acuerdo”, remarca.
Caballero dice que “la ciencia debe ser el fundamento del acuerdo que se firme en París, y debe incluir un mecanismo de revisión para cerrar la brecha entre lo que se puede lograr con las ‘contribuciones’ de todos los países, y las reducciones obligatorias requeridas para mantenernos por debajo de 2°C”.
Financiamiento: tema crucial
Otro tema álgido, a juicio de los observadores, es el financiamiento para implementar las políticas de adaptación y mitigación al cambio climático. En Varsovia se estableció un Mecanismo Internacional para Pérdidas y Daños que suministrará asesoramiento y ayudará a los países en vías de desarrollo a afrontar los daños derivados del cambio climático.
La cita en Lima deberá determinar las contribuciones ‘oportunas y ambiciosas’ de los países desarrollados en el largo plazo. También queda por definir la operatividad y el acceso de los países en desarrollo al Fondo Verde del Clima, mecanismo destinado a apoyar a estas naciones para limitar o reducir sus emisiones de GEI y adaptarse a los impactos del cambio climático.
“La situación es bastante natural: los países que pondrán recursos quieren saber en qué los pondrán; los que quieren recibirlos quieren saber cuánto recibirán. Hay que romper esta disyuntiva, generando confianza para que los países que van a aportar vayan capitalizando el Fondo Verde del Clima”, resume Pulgar-Vidal.
“Los costos de no actuar ahora son tan grandes que sería un error no contar con los recursos necesarios —aun cuando parezcan cuantiosos— para hacer los cambios que requieren los patrones de desarrollo, y las industrias para lograr un crecimiento bajo en emisiones, sostenible y equitativo. A mediano plazo el costo de la inacción será mucho más elevado que el de actuar ahora”, reflexiona Caballero.
Pero no todos son temas financieros. “Para nuestros países es muy importante que tengamos posibilidades de acceso preferencial a tecnologías que nos van a permitir emprender sendas de desarrollo más limpias”, subraya.
Inclusión en negociaciones
Para los anfitriones de la COP20 es importante lograr que las organizaciones observadoras sean escuchadas, y evitar a toda costa su retiro, como ocurrió en la COP de Varsovia.
“No todas las posiciones están consensuadas, hay muchas polarizadas, pero es necesario generar confianza o reconstruirla, llegado el caso. En Perú no hará nada que pueda afectar esa atmósfera de confianza necesaria para llegar a un buen acuerdo”, dice a SciDev.Net, Gabriel Quijandría, viceministro de Desarrollo Estratégico de Recursos Naturales.
“Hay un intenso proceso con las organizaciones indígenas para que tengan un espacio importante en las negociaciones de la COP”, sostiene.
También existe interés de algunas organizaciones y políticos de la región por aprovechar la COP para dar visibilidad a una agenda latinoamericana, con los problemas de la región: pérdida de glaciares, fuentes de agua, bosques, biodiversidad, e interés en ciudades sostenibles y energías renovables.
Latinoamérica es responsable de 12,5 por ciento de las emisiones mundiales de GEI y, según pronósticos, será una de las regiones más castigadas por los efectos del cambio climático.
De allí el llamado de los pequeños estados insulares del Caribe para que la COP20 impulse acciones inmediatas a su favor debido a su alta vulnerabilidad, plasmada en la declaración final del XIX Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, celebrado en México (12-14 marzo).
Christopher Martius, científico principal del Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR), señala que Latinoamérica, además de su alta tasa de urbanización (80 por ciento), enfrenta problemas de contaminación, tiene la selva tropical más grande del mundo y una gran cantidad de bosques secos propensos a las intervenciones humanas, que al no ser considerados como bosques no son tomados en cuenta para la deforestación o degradación forestal.
Además, el continente tiene el liderazgo mundial en la producción de biocombustibles y podría ayudar a otros países a la zaga a desarrollar estas tecnologías y avanzar en la cooperación sur-sur, comenta a SciDev.Net.
Cree que si [la COP20] “convoca a los líderes regionales alrededor de estos desafíos será crucial para seguir avanzando”, concluye.