Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica hace un llamado a la cooperación internacional y a los socios del desarrollo.
El pasado 17 de abril de 2020, el Consejo de Ministros de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) deliberó sobre la problemática generada por la pandemia del COVID19 y su afectación a la implementación de los planes y programas en materia ambiental y de cambio climático de todos los países de la región. Durante esta sesión los ministros en pleno consideraron que, ante los nuevos escenarios del orden global y nacional, es vital retomar o replantear sus actividades y para lograrlo se requerirá la coordinación regional y el apoyo de organismos multilaterales, regionales y socios de la cooperación internacional.
En la declaración que firmaron los ministros, hacen un llamado a la cooperación internacional y los socios del desarrollo para promover programas e iniciativas de apoyo al empleo verde en toda la región como un factor fundamental para la reactivación económica de los países de manera sostenible.
A continuación, un extracto de una entrevista realizada a Carlos Manuel Rodríguez, Ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica:
Al día de hoy, es el ministro de Honduras quien tiene la presidencia Pro-tempore en CCAD. Conversamos y ambos estuvimos de acuerdo en la necesidad de convocar una sesión informal virtual con los ministros de ambiente de Centroamérica y de República Dominicana, para conversar sobre los retos y tareas que deberíamos desarrollar en la agenda regional con relación a la pandemia del COVID19.
En esta sesión, básicamente abordamos tres temas:
En primer lugar nos enfocamos en buscar la forma para realizar un ajuste para que los proyectos que se vienen implementando y los que tenemos en negociaciones a nivel regional puedan fortalecerse y ajustarse. Porque necesitamos replantear objetivos para que la naturaleza centroamericana sea un medio más resiliente ante cambio climático y ante las pandemias del futuro.
Sabemos que hay una correlación directa entre las actividades que degradan el medio ambiente y las enfermedades que se transmiten desde la naturaleza; es decir, a través de la vida silvestre. Sabemos que esa relación al entenderse tiene que generar acciones políticas para disminuir al máximo la degradación del medio ambiente, qué es un medio por el cual se transmiten esos virus de la vida silvestre hacia los humanos.
Este caso del COVID19 no es una excepción. Ha sucedido varias veces en el pasado. El caso del ébola, gripe aviar y otras enfermedades son producto del mal manejo de la naturaleza en términos generales. Esto está directamente relacionado al mal manejo del consumo de la vida silvestre y asociado directamente a la deforestación. Por esto, tenemos que hacer una revisión de los proyectos que tenemos en ejecución y la propuesta de los proyectos que tenemos a nivel regional para que podamos ser más resilientes a estas pandemias.
Esta pandemia nos llama muchísimo la atención en el sentido de qué nos hace ver lo frágiles somos los seres humanos ante eventos globales en este caso una pandemia. Pero si vemos los impactos que esta pandemia está teniendo, y lo medimos y comparamos en relación con lo que pueden ser los impactos irreversibles del cambio climático, entonces nos daremos cuenta que somos tremendamente vulnerables.
Por lo tanto, los proyectos que tenemos en adaptación y mitigación, conservación de la naturaleza seguridad alimentaria, seguridad hídrica, tienen que tener una visión que se ajuste con esta nueva realidad que estamos enfretando.
El segundo tema que en esta reunión fue sobre el impacto que está generando no solamente en las sociedades o en las finanzas de los gobiernos de los países centroamericanos, sino también en la operación de los ministerios de ambiente. En Costa Rica, por ejemplo, tenemos las fronteras cerradas; esto significa que no ingresan turistas. Cerca de 2 millones de turistas nacionales e internacionales visitan las áreas protegidas generando una cantidad importante de recursos financieros que se reinvierten en presupuesto para el manejo de las áreas silvestres protegidas. Sin turismo vamos a tener un serio problema de presupuesto y con esto un alto impacto en las áreas protegidas.
Finalmente, estuvimos de acuerdo en la necesidad de tener una declaración donde se plasmará la necesidad que tenemos de fortalecer los esfuerzos regionales para la conservación de la naturaleza y de acelerar los procesos para avanzar hacia una nueva normalidad.
El COVID 19 ha puesto de manifiesto que el modelo económico de nuestros países, ese sistema de consumo y producción que tenemos está generando un alto y negativo impacto ambiental. Y ese impacto ambiental está generando un alto costo social y económico.
En ese sentido, en el espíritu del mejor centroamericanismo, hicimos una declaración que refuerza los compromisos de la región por proteger y utilizar a la naturaleza como elemento de desarrollo económico y social, y hacer ver a los decisores políticos de nuestros países y a la cooperación internacional, que los planes de recuperación económica, una vez que pase la pandemia o se controle, será indispenable tener una línea de inversión para la conservación de la naturaleza, ya que la naturaleza es nuestro seguro de vida.
Lecciones que estamos aprendiendo ante crisis del COVID19
Hay varias lecciones positivas e interesantes que tenemos que rescatar. Uno es que todos hemos entendido lo frágiles y vulnerables que somos como especie, como civilización, como sociedades. En cuestión de dos meses un evento que sucedió en un país lejano nos afecta a lo largo y ancho del planeta. Además, al tener este parón económico con cuarentenas generalizadas donde la gente no sale y no puede desarrollar ninguna actividad ordinaria, hemos visto la capacidad de restauración y recuperación que tiene la naturaleza. Rápidamente han llegado reportes de todas partes del planeta donde vemos que mejora la calidad del agua o mejora la calidad del aire; la vida silvestre recobra espacios. La naturaleza puede recuperarse muy rápidamente y eso es importante de señalar. Tercero, e igualmente importante como lección: este modelo económico basado en los sistemas de consumo y producción irracional que tiene como aspiración el crecimiento indefinido e ilimitado a costa de la naturaleza no puede ser parte de la nueva normalidad.
Es clave ahora acelerar los procesos de transformaciones particularmente los planes de descarbonización. Por un lado los países deben avanzar en sus compromisos y aspiraciones climáticas y esas aspiraciones climáticas se tienen que traducir en planes concretos hacia la descarbonización. Por otro lado tenemos el tema de la protección de bosques, detener la deforestación es fundamental. Centroamérica ha perdido el 25% de los bosques en los últimos 20 años, aún y cuando tenemos acuerdos regionales, tenemos una estructura regional de ministros, tenemos proyectos y tenemos cooperación internacional, hemos perdido el 25% de nuestros bosques.
Esto es preocupante, y la tendencia es a seguir perdiendo bosque. Ya solo nos quedan cinco pequeños grandes espacios naturales que debemos proteger en Centroamérica, y como lo dije antes, la naturaleza es nuestro seguro de vida y detener la deforestación tiene que ser una acción inmediata.
Centroamérica tiene que avanzar hacia la transición de fuentes de energía renovable y tiene que avanzar muy fuerte hacia la transición de sistemas de transporte que no estén sustentados en combustibles fósiles si no en fuentes renovables. Todos estos son temas que están contenidos en la declaración, pero ahora reto es pasar de las aspiraciones a los hechos.
La cooperación internacional un brazo de apoyo estratégico
Definitivamente la Unión Europea es nuestro gran socio estratégico. Sin este apoyo sería muy difícil para nuestros países salir adelante en especial en este camino hacia la descarbonización y de movilizarnos hacia un objetivo de sostenibilidad.
Es una aspiración política que desgraciadamente no se ha transformado en una realidad. Tenemos verdaderamente que hacer un esfuerzo en el marco de la política pública de nuestros países y movernos hacia un modelo económico que sea diferente. Lo cierto es que tenemos condiciones muy complejas de gobernabilidad o falta de gobernabilidad, transparencia y rendición de cuentas, respeto de derechos humanos; además, tenemos una institucionalidad ambiental muy débil.
La realidad es que los ministerios en América Latina son muy débiles y la mayoría de la inversión pública va hacia actividades que generan altos impactos ambientales como minería, hidrocarburos infraestructura o agricultura que es el responsable del 80% de la deforestación en el planeta.
Sin embargo, no hay nada que inventar. Tenemos claro hacia dónde debemos movernos justo hacia ese nuevo paradigma de la sostenibilidad, hacia ese nuevo modelo económico circular en donde el fin sea la optimización de los recursos y que el sistema de consumo y producción no genere un déficit ambiental.
No tenemos nada que replantearnos. Las metas están claramente determinadas a nivel nacional e internacional. Tenemos que avanzar en esa implementación y es en este punto donde un programa como EUROCLIMA+ me parece que es muy importante porque la cooperación internacional debe entender que los objetivos climáticos -tanto de mitigación como de adaptación- se van a lograr a una mayor escala si este Programa, por ejemplo, ayuda a mejorar la política pública y a generar más coherencia en la política de inversión pública y nos ayuda a ligar con el tema de la fragilidad de la institucionalidad ambiental.
Esos elementos sobre la responsabilidad que los gobiernos deben resolver son importantes, y es importante que sean entendidos por la cooperación internacional para que de esa manera puedan los proyectos, los programas y en general la cooperación, incidir más fuertemente en esos cambios que requerimos para avanzar más rápido en estas transiciones que son hoy más urgentes.