América Latina se asocia sobre todo con climas tropicales y subtropicales, pero aproximadamente una cuarta parte de su superficie está ocupada por tierras áridas, con climas híperáridos, áridos, semiáridos y subhúmedos secos.
Los cambios en el uso de la tierra en todo el continente han intensificado el uso de los recursos naturales y han exacerbado los procesos de degradación de suelos en estas áreas ya de por sí vulnerables. Durante la última década, las tierras áridas de América Latina, de las que aproximadamente un 28% ya están degradadas, han experimentado un aumento primordial de las actividades agrícolas en respuesta a las demandas comerciales. La intensificación de la producción agrícola supone una considerable presión sobre los recursos de la tierra y estimula la competitividad en su uso.
El IPCC ha informado de que el auge de los cultivos de soja ha provocado cambios críticos en el uso de la tierra que fomentarán la aridez así como la degradación de suelos en regiones que ya sufren problemas de abastecimiento de agua, como Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. La degradación de suelos está causada por complejas interacciones de aspectos geofísicos, socioeconómicos y políticos que derivan en transacciones en las que a menudo la sostenibilidad ambiental no se tiene muy en cuenta.
Estudios recientes estiman que aproximadamente un 7% de las pérdidas en productividad económica de la tierra se debe a la degradación en áreas agrícolas. Los fenómenos extremos, como las graves sequías, empeoran esta situación. La combinación del uso de la tierra no adaptada con el aumento de la recurrencia de las sequías resultante del cambio climático puede afectar a la resistencia de los ecosistemas, disminuyendo su productividad. Además, la degradación de suelos posiblemente esté agravando la pobreza en las áreas vulnerables.
En América Latina se ha alcanzado un progreso significativo en la definición e implementación de los indicadores de degradación de suelos, basándose en el trabajo inicial de IADIZA/CONICET de 1989 sobre la evaluación integrada en Argentina. Los datos y la información de bastantes indicadores están disponibles informalmente, por lo que las actividades relacionadas con la desertificación bajo el proyecto EUROCLIMA pretenden realizar un inventario de dichos grupos de datos y recopilar productos adaptados para que se pueda acceder a ellos de forma gratuita a través de un sitio web específico.
Además, el programa desarrolla y produce capas continuas de información de partida pertinente y espacial para tratar las cuestiones de degradación de suelos basadas en innovadores enfoques de teledetección por satélite. Con el uso de series cronológicas de imágenes vía satélite, se recopilan mediciones de la fenología de la vegetación y producción de todo el continente. El seguimiento del cambio de la fenología y la productividad de la superficie de la tierra es un enfoque importante y muy utilizado para cuantificar la degradación de los ecosistemas causada por la influencia climática o humana.
Las transiciones en el uso de la tierra, así como las tendencias a largo plazo de la dinámica de, por ejemplo, los ecosistemas agrícolas y de pastizales, pueden comprenderse mediante la combinación de la fenología vía satélite y las variables de productividad. En el marco del programa EUROCLIMA, dichas variables han sido calculadas basándose en la serie cronológica del índice de vegetación del satélite NOAA desde 1982 hasta la actualidad.
La dinámica de los ecosistemas se refleja en un índice de cambio: el índice de firmeza que trata tanto la tendencia a largo plazo como el cambio neto de, por ejemplo, la producción primaria según los cálculos de la serie cronológica evaluada del ecosistema con respecto a su producción primaria neta (PPN). Las áreas marrones indican regiones en las que la dinámica 1982-2010 ha causado una pérdida perceptible de la productividad total.
El mapa “B” ilustra la dinámica específica de la fracción permanente de la vegetación perceptible, esto es, la parte de la cobertura vegetal que permanece sobre el suelo año tras año.
El mapa “C” ilustra las tendencias a largo plazo de la producción dinámica anual. La combinación de estas variables puede ser indicativa de los cambios del uso de la tierra que son fundamentales en la degradación del suelo: por ejemplo, en Argentina central se puede relacionar la disminución de la fracción permanente y el aumento del dinamismo anual con el cambio de la vegetación seminatural en el uso agrícola de la tierra. Una dinámica negativa a largo plazo tanto en las fracciones permanentes como las cíclicas puede indicar una pérdida total de la capacidad productiva de un sistema, tal y como puede observarse en algunas partes del noreste de Brasil.
El programa EUROCLIMA se encuentra en la actualidad en fase de mejorar el cálculo de estas variables y desarrollar un mejor entendimiento de su significado combinado. Se necesitan otros niveles de datos secundarios, recogidos y recopilados por los socios de EUROCLIMA, para realizar la compleja tarea de la comprensión de las tendencias de degradación de los suelos en la región, requerida con el fin de trazar las estrategias adaptadas.