26.09.2019 · Madrid (España)
Yayo Herrero. Experta ACE Para EUROCLIMA+
El cambio climático es, sin duda, el problema más grave y más urgente que atraviesa en estos momentos el conjunto de la de la humanidad.
Un cambio climático que afecta de forma directa al mantenimiento de las economías globalizadas, y también de las economías locales, que afecta de forma directa a la forma en la que se sostiene en la vida en todo el planeta y desde todos los lugares. El cambio climático está también en el corazón de la profunda crisis económica que atraviesan en este momento muchísimos países en muchas zonas del mundo, y afecta de forma directa, por tanto, a las posibilidades de mantener unas condiciones de vida dignas para la mayor parte de las personas. El cambio climático sabemos perfectamente que también afecta e impacta de forma muy desigual en función de la posición de clase que se puede ocupar, en función también del género, en función también de la etnia. Es decir, mientras que es obvio que el cambio climático afecta a todas las personas, no es tan obvio que afecte de forma igual en todos los lugares y en todas las posiciones que cada uno ocupa.
Sabemos, y tenemos conocimiento de cuáles son las líneas de trabajo que habría que abordar, es decir, reducción de las emisiones, transición a las energías renovables, descarbonización de la economía,… pero sabemos también, aunque se suele hablar mucho menos de ello, que esas transiciones a las energías renovables, a una economía descarbonizada, implica utilizar otros minerales de la corteza terrestre en diferentes al petróleo, diferentes al carbono, diferentes al gas natural, que también son finitos y que también se están, sujetos a procesos de agotamiento.
Lo que queremos decir con esto es que el abordaje del cambio climático no es solamente un problema tecnológico, no es solamente un problema económico, es también un problema ético, es también un problema de redistribución de la riqueza, es también un problema de justicia. Las migraciones climáticas, los procesos de expulsión dentro de los propios países y hacia países terceros, tienen mucho que ver con este proceso de pérdida de hábitat, pero también con este proceso de extractivismo que sirve para mantener la economía globalizada y que, de no poner otras medidas redistributivas, también tendría que ver con el proceso de transición, por ejemplo, a las energías renovables, o al coche eléctrico
Por tanto, abordar el problema de cambio climático, como decimos, no es un problema político, no es un problema técnico, sino que es también un problema ético, y es un problema claramente de educación, un problema de sensibilización, un problema de participación, un problema de conciencia pública. Es decir, para poder abordar los cambios y las transformaciones radicales que tenemos que hacer, necesitamos mayorías sociales, necesitamos un tejido profesional, un tejido empresarial y un tejido político que sea plenamente consciente de la gravedad, que sea plenamente consciente de cuáles son los elementos que pueden ayudar a solventar la crisis, y que estén dispuestos a afrontar los cambios tan radicales en los estilos de consumo y en las formas de vida que necesitamos afrontar.
En esta línea, tanto en la COP de París como anteriormente ya prácticamente desde la cumbre de Río del año 92, ACE es decir la Acción para el Empoderamiento Climático, ha sido una línea estratégica a seguir, una línea estratégica que sin embargo ha quedado debilitada, o ha quedado un poco más oscurecida por las propuestas que tenían más que ver con la mitigación y con la adaptación, que obviamente son fundamentales y son importantísimas, pero que en nuestra opinión son difíciles de implementar si no van acompañadas con un cambio en la hegemonía cultural, con un cambio en las pautas de consumo, con un cambio en las pautas de lo que se entiende por vida buena, de lo que se entiende por bienestar.
Por tanto, la apuesta de los países, la apuesta de las políticas públicas y de las asociaciones y del tejido asociativo por las acciones de empoderamiento climático, son absolutamente fundamentales para afrontar este problema que, como decimos, es el más grave y el más urgente que tiene ahora mismo por delante la humanidad.