Una experiencia de co-innovación para aumentar la resiliencia climática de la ganadería familiar sobre campo natural en Uruguay, con proyección regional
25 de marzo, Uruguay. Ha finalizado con éxito el proyecto de EUROCLIMA+ Ganadería Familiar Resiliente, que fue ejecutado por la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR) de Uruguay y con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) como socio ejecutor. Su objetivo fue mejorar la resiliencia de los sistemas ganaderos familiares sobre campo natural a la variabilidad y el cambio climático, mediante la implementación de buenas prácticas ganaderas validadas.
Vea el vídeo corporativo de Ganadería Familiar Resiliente
El objetivo de Ganadería Familiar Resiliente ha sido la resiliencia de los sistemas ganaderos familiares sobre campo natural a la variabilidad y el cambio climático, mediante la implementación de buenas prácticas ganaderas validadas, trabajando con enfoque de co-innovación y generando información y conocimiento útil sobre los procesos productivos y sociales involucrados, para su proyección y escalamiento a nivel nacional y regional, en articulación con la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del MERCOSUR ampliado (COPROFAM).
El enfoque de co-innovación y las buenas prácticas ganaderas
Existen antecedentes exitosos desarrollados por INIA y la Universidad de la República de Uruguay, en la implementación del enfoque de co-innovación en sistemas productivos familiares, conjuntamente con CNFR y sus organizaciones locales. Se trata de un abordaje que combina el enfoque de sistemas, el monitoreo dinámico y el aprendizaje social, a través de un proceso de trabajo realizado por técnicos de campo (agrónomos y veterinarios) en conjunto con las familias productoras, que se desarrolla en 4 fases: caracterización, diagnóstico, rediseño predial, e implementación y monitoreo. Esta última fase habilita el reinicio de un nuevo ciclo de co-innovación, tal como lo ilustra el siguiente esquema.
Figura 1: El enfoque de co-innovación: las tres dimensiones que abarca (izquierda), y las cuatro fases de su implementación (derecha). |
Este enfoque se considera muy adecuado para guiar una asistencia técnica destinada a apoyar la implementación de buenas prácticas ganaderas (BPG) en sistemas familiares. Las BPG son medidas de manejo que han sido investigadas y validadas a nivel de estos sistemas productivos, y constituyen una “caja de herramientas” disponibles al momento de la discusión de los diagnósticos y las propuestas de rediseño predial entre los técnicos de campo y las familias productoras. Son prácticas de bajo costo y alto impacto que apuntan a mejorar el manejo del principal recurso que disponen las familias para alimentar a su ganado: el campo natural. Se trata del ecosistema más dominante y representativo del paisaje rural de Uruguay, que le confiere características únicas a su actividad ganadera, al desarrollarse en su entorno natural a cielo abierto, en un claro ejemplo de adaptación basada en ecosistemas (ABE). Las BPG también hacen foco en mejorar el manejo del ganado, haciendo más eficientes los procesos de producción de carne y lana, especialmente en la fase de cría. Todo ello redunda en múltiples beneficios: conservación de la biodiversidad del campo natural, mejora de la producción de forraje, incremento de las capacidades de secuestro de carbono en pasturas y suelos, disminución de las emisiones relativas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) por unidad de producto, e incremento del ingreso familiar sin aumento significativo de los costos.
Resultados: mejoran los sistemas productivos y aprendizajes sociales
El proyecto ha generado en sus dos años de ejecución, importantes resultados en dos dimensiones: en los sistemas productivos, y en los aprendizajes sociales adquiridos.
En los sistemas productivos, se ha avanzado en la implementación de las buenas prácticas ganaderas en los 51 predios beneficiarios que abarcan casi 17.000 hectáreas y 161 personas (72 mujeres y 89 hombres), incidiendo en el proceso de mejora de la productividad, estabilidad y resiliencia del campo natural. También es muy relevante, y ha sido destacado por las familias, la importancia del apoyo técnico para lograr llevar buenos registros de las principales acciones que se ejecutan en los predios, así como de los resultados obtenidos. Los testimonios de familias beneficiarias son un reflejo de esta situación.
Sandra y Abel se dedican a la cría de vacunos y ovinos en el departamento de Salto. A propósito de los registros, Abel dice que “nos cuesta mucho tomar un lápiz y escribir lo que hacemos”, en tanto Sandra agrega que “nuestro técnico nos enseñó la importancia de saber si los gastos y las inversiones que hacíamos dan o no dan resultados, y conocer mejor nuestros costos. Nuestro trabajo tiene un costo y nosotros no lo teníamos en cuenta.”
Sandra y Abel han valorado positivamente la importancia que tienen los registros prediales para observar resultados |
José es un joven productor ganadero criador de vacunos en el departamento de Rocha, que implementó el ajuste de carga animal como primera medida para favorecer la recuperación del campo natural. José explicó que “Con la sequía y el invierno, no había pasto para el ganado. Entonces ajustamos la carga, sacamos algunos animales y los primeros resultados se vieron en el campo, y después repercuten en todo lo demás”. Los hechos le dan la razón, ya que el monitoreo de altura del pasto realizado por el técnico de campo con apoyo de INIA en una parcela testigo, indicaron que la misma se incrementó sensiblemente en un período caracterizado por la escasez de lluvias. La gráfica siguiente muestra la frecuencia de los rangos de altura de pasto (cm) y su evolución en el tiempo, en la parcela testigo del predio de José.
Figura 2: Evolución de la altura del pasto en parcela testigo, por rangos de altura |
Pueden observarse los cambios en la estructura de la pastura ocurridos en sólo 14 meses, partiendo de una situación inicial (julio de 2020) donde el 95% de las medidas no alcanzaban los 4 cm de altura del pasto, con un promedio de 2,4 cm. Ya en septiembre de 2021, el promedio aumentó a 5,1 cm, y sólo el 10% de las medidas estaban por debajo de los 4 cm, mientras que el 90% ya superaban esa altura, encontrándose medidas superiores a los 6 cm. Es importante señalar que la mayor altura del pasto se refleja en un mayor volumen y profundidad de las raíces de las especies que componen el campo natural, mejorando su capacidad de absorber agua del suelo en períodos de sequía, y también de incrementar la captura de carbono en el suelo.
Otra de las buenas prácticas que se han promovido es la subdivisión de potreros para mejorar la gestión del pasto, lo que permite contar con reservas en los momentos críticos como el invierno, y favorecer un mejor uso de las especies nativas de alto valor forrajero como el Andropogon lateralis, conocido como canutillo. Gustavo y Raquel, ganaderos familiares del departamento de Tacuarembó, explicaron que “la idea es aprovechar el potencial del canutillo, por eso cerramos un área de 5 hectáreas, para hacerle un manejo especial”. El proyecto contó con un fondo de apoyo a inversiones prediales estratégicas, que facilitaron la implementación de las BPG.
En cuanto a la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), se estableció una línea de base de emisiones en 4 predios testigo, empleándose la metodología utilizada por Uruguay en su último Inventario Nacional de GEI. Los resultados pueden observarse en la figura 3.
Figura 3: Línea de base de las emisiones de GEI (expresados en Kg CO2 equivalente / Kg de carne equivalente producido) para 4 predios testigo ubicados en las 2 regiones de trabajo. (Fuente: @GFResiliente)
Es de esperar que, a partir de la implementación de las BPG durante un ciclo completo de co-innovación de aproximadamente 4 años, las emisiones relativas de GEI por unidad de producto (carne equivalente) se verán reducidas, como se establece en los objetivos de las CDN de Uruguay para el sector ganadero.
En relación a los aprendizajes adquiridos en el proceso, se llevó a cabo un minucioso registro de las principales actividades e hitos, tanto a nivel de recursos audiovisuales, como de documentación escrita a cargo del equipo técnico social, que realizó visitas y entrevistas a los diversos actores involucrados: familias ganaderas, técnicos de campo, equipo de coordinación, actores institucionales y gubernamentales. Algunos de los aprendizajes señalados por los actores son:
- El enfoque de co-innovación favorece la implementación de prácticas en forma integral, generando cambios que producen resultados en el largo plazo. Ayuda a superar la resistencia a los cambios y a modificar las prácticas arraigadas en las familias ganaderas.
- El uso de los registros y la asistencia técnica sostenida ayudan a integrar nuevas tecnologías, al facilitar el diagnóstico de la situación inicial y el análisis de los resultados que se van obteniendo.
- La integración de veterinarios y del perfil técnico social permitieron un abordaje integral de los sistemas ganaderos junto con las familias.
Difusión de conocimiento
Las acciones de difusión de los resultados obtenidos en las diferentes etapas del proceso de co-innovación se realizaron en conjunto con las 6 organizaciones locales que nuclean a las 51 familias beneficiarias, mediante reuniones virtuales, difusión de materiales y productos audiovisuales en redes sociales (Twitter, Facebook, Whatsapp) y el canal YouTube “Ganadería Familiar Resiliente”, y también en actividades presenciales cuando fue posible, considerando las recomendaciones sanitarias dispuestas por las autoridades nacionales ante la pandemia de COVID 19. Se llegó en forma directa a más de 1000 personas.
Las organizaciones locales de los productores se involucraron activamente en las diferentes etapas del proceso, desde la selección de los beneficiarios y técnicos de campo, hasta las actividades de difusión en territorio |
También se han generado lecciones aprendidas en el monitoreo dinámico de proyectos, con el fin de aportar a la creación de un modelo de sistema nacional de extensión basado en el enfoque de co-innovación. Este enfoque ha atravesado todos los ámbitos de acción del proyecto: el trabajo predial con las familias ganaderas, el trabajo con las organizaciones locales, y los espacios de gobernanza y articulación con la institucionalidad, donde todas las partes aprenden.
A nivel local, se han consolidado los vínculos de confianza entre las familias, los técnicos de campo y las organizaciones, que permanecerá en el tiempo y que fortalece las capacidades locales para la continuidad de las líneas de acción en los territorios.
Las familias ganaderas requieren tiempo para la generación de confianza, lo cual es clave para implementar procesos innovadores. Por ello es fundamental visualizar sus mecanismos internos de toma de decisiones, y así poder facilitarlos. La formación de los técnicos de campo en el enfoque de género es fundamental en esta tarea, para integrar las visiones de las mujeres y de los hombres que componen cada núcleo familiar.
En cuanto a la gestión y gobernanza, destacar las capacidades de la organización de productores (CNFR), con el apoyo de la institución de investigación (INIA) para la adecuada implementación del proyecto y la formación de cuadros técnicos interdisciplinarios con inclusión de disciplinas sociales que aportan nuevas miradas. La importancia de haber sistematizado el proceso desde sus inicios, permitió su retroalimentación en forma permanente.
Finalmente, se reafirma la validez de las buenas prácticas ganaderas como tecnologías apropiadas para incrementar la resiliencia climática de los sistemas ganaderos familiares sobre campo natural, y el enfoque de coinnovación como la metodología más adecuada para promover su implementación.
Comentarios finales
La experiencia nacional indica que, para lograr impactos relevantes en los sistemas ganaderos, el proceso de co-innovación requiere al menos 4 años y medio de implementación. Pese a ello, ya se evidencian trayectorias de mejora al cabo de un primer año de trabajo en el campo.
El proyecto Ganadería Familiar Resiliente ha demostrado el gran potencial que tiene la articulación entre las organizaciones de productores, las instituciones de investigación y los organismos responsables de la implementación de las políticas públicas en clave de adaptación y mitigación del cambio climático y de fortalecimiento de la resiliencia climática de la ganadería familiar.
Esta experiencia ha sido acompañada por la Delegación de la Unión Europea en Uruguay, y contó con una importante participación de la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del MERCOSUR ampliado (COPROFAM) y de sus organizaciones nacionales afiliadas, siendo muy auspiciosas las perspectivas de repicabilidad y escalamiento a nivel nacional y de la región.
En diciembre de 2021 se llevó a cabo en Montevideo, un exitoso taller sobre Producción Resiliente de Alimentos en el marco de la agenda de la REAF – MERCOSUR, con participación de integrantes de las organizaciones de COPROFAM, de la Delegación de la UE en Uruguay y de los gobiernos del MERCOSUR |
El marco institucional del proyecto
La Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR) de Uruguay, entidad ejecutora, es una organización nacional de segundo grado que nuclea a 106 organizaciones de base local, integradas mayoritariamente por productores y productoras familiares, muchos de ellos dedicados a la cría de vacunos y ovinos. El socio ejecutor del proyecto ha sido el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), y también ha contado con el aval político de la Unidad de Sostenibilidad y Cambio Climático del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, pues se alinea con las Contribuciones Determinadas Nacionalmente (CDN) definidas en 2017 para el sector ganadero, y también con la NAMA de ganadería en proceso de elaboración.
El proyecto, que contó con un monto total de 981.063€ (subvención UE 780.870€), se desarrolló entre enero de 2020 y marzo de 2022.
Mas informacion sobre Ganadería Familiar Resiliente
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